jueves, diciembre 02, 2010

O make me a mask



caminamos entre vagones repletos de gente
de noche va el tren
caminamos contra el movimiento del tren
entre vagones viajando en el viaje
ojalá encontremos un asiento libre
donde esperar sentados
o dormidos
la llegada al andén

no se si esto es bueno o malo
no lo se


No podemos hacer una guerra contra un ejército de policías porque tienen tecnología de avanzada”


me miro a las pupilas con mi piedra
me pregunto quién ganará
pasan así muchos años
mirándonos fijamente
mi piedra y yo
me abalanzo sobre ella para dominarla
derramo sangre de la frente

la primavera es del gato
la luna lanza su carcajada musulmana


aquella noche me crecieron las escamas” 
kim kuyong 
“Los cuatro detalles”.


Cuando mi padre se adormece junto a mí, yo me convierto en el padre de mi padre, y también me convierto en el el padre del padre de mi padre; pero si mi padre en su condición de mi padre es aún mi padre, entonces por qué motivo yo me convierto en el padre de mi padre y debo saltar por encima de mi padre y, finalmente, ¿por qué motivo tengo que vivir representando el papel de mí mismo, de mi padre y del padre del padre de mi padre?”
Yi Sang, julio de 1934


Decir reclinado sería una notoria estilización de una actitud que tal vez pudiera ser dicha despatarrado, acostado, caído sobre el listón de madera, que oficia de mostrador en el chiringuito que expende alcoholes borrosos, frituras extraordinarias y músicas latosas a la vera de la vía, en Liniers, barrio lindero de la Ciudad Sitiada de Buenos Aires, el hombre apoya su frente sobre los brazos cruzados. Junto al codo derecho una cerveza que se entibia; en la espalda le cuelga un bolso de hule azul con una inscripción dudosa. Al rato levanta los ojos. Hace “no” con la cabeza en varias oportunidades, a nadie en particular: en ese estado no puede enfocar visualmente ni al Monte Fuji, se dice que no a sí mismo, a la máquina que tiene en la cabeza, quién sabe.
“No” dice varias veces. Después apoya la cabeza entre los brazos sobre el listón de madera que oficia de mostrador y ahí se queda.






1 comentario:

von Eisberg dijo...

No sé si usted se ha percatado (seguramente sí y mucho antes que yo), pero lo más difícil, me parece a mí, es decirse "no" a uno mismo.

(Detalle curioso de índole técnico: si uno visualiza la entrada individualmente, cliqueando sobre el título, es posible dejar un comentario. No me dirá que no soy persistente... :S

Ah, y por si le interesa, la palabra que me ha verificado al dejar este comentario es "nonolly". Propongo hacer un tesauro con esta glosolalia azarosa.