lunes, febrero 07, 2011

Pig earth




Dejé de comer carne humana hace ya unos años. Ahora me dedico a la informática, que sólo es otra manera de comer carne humana. La cual, por otro lado, nunca me atrajo particularmente: me parecía insulsa, pero como siempre fue muy económica por la abundante oferta, convenía. Y de algún modo era la mejor manera posible de alimentarme conmigo mismo.
Algo que se iba de mí llevándome, así sentí mientras se iba de mi vida la carne humana. Reemplazarla por otra tan real, o más, que ella misma, resultó menos obvio que doloroso. La carne humana que como ahora es sabrosísima pero deja en el paladar un sabor a simulacro.

De la libreta con una ballena en la tapa (originalmente como nota marginal de una llamada a pie de página del editor haitiano Etienne Souchez a un famoso haiku del célebre asceta, poeta y esteta japonés Tamura Kawabashi "la luna / sólo puede / hacer sombra". La salvedad sea hecha: los perítos calígrafos no se ponen de acuerdo acerca de la autenticidad de esta nota, pero para mí no hay vuelta, es letra del maestro, de una):

hoy hay mondongo
en realidad
siempre hay mondongo

Kawabata metiendo su cabeza en el horno.

En una noche de un día me pregunté si durante ese día había cagado. Inmediatamente empecé a pensar en esa pregunta. En la formulación de la pregunta que yo me acababa de hacer y que, según todos los indicios de los que disponía, sin dudas, tenía estas palabras: “¿hoy cagué?”.
Pero no, esclavo del enano cartesiano, procedí a dudar de que esas redondas palabras hayan sido las que recubrieran lo que era, en realidad, un mero estertor vital compartido con monos, moluscos y, quizá, rododendros, y que luego, presurosas, las palabras recubren hasta adoptar, en nuestro cerebro, o donde sea que se produzca ese intercambio, la forma exacta, sedosa y verosímil, del estertor.
Luego me distrajo un viento arrachado que hizo sonar techos y sábanas y ya no volví sobre el tema.

hoy paseé las cucarachas
aunque sueñes que desaparecí


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