viernes, octubre 06, 2006

Anotaciones para un día soleado pero ventoso


"Sus palabras están volviéndose un dialecto sin traducción". No sé por qué uso comillas. Ha de ser porque estoy pensando en una comedia que haga llorar.

Una píldora para el arzobispo.

En pleno invierno de la autoconmisceración escuchar la estática de discos viejos, masticar Renomé de anís, mirar fijamente la incandescencia de un soldador soldando.
Tener en cuenta que la palabra autoconmisceración en realidad no existe.

Luego de admirar auditivamente Modern Times, del señor Robert Zimmerman, leo que ha tomado prestado algún que otro recurso, entre otros, de un oscuro poeta estadounidense del siglo XIX. Eventualmente, Lennon tenía razón: no se puede confiar en nadie, ni siquiera en Zimmerman. Y, si no, escuchar al Indio Solari “interpretando” una cancioncilla de Calamaro.

Una bañadera de época, con patitas, llena de agua alcanforada y pétalos de rosa en la que la Coca Sarli se manosea las tetas, con cara de estar padeciendo un enema de jabón.

Comentar con lujo de detalles una fiesta/reunión a la que no se asistió. Y no plagiar a Saer.

A ver, realmente, ¿para qué sirven los libros?. (Es de notar el insidioso uso de bastardilla).

Mientras mira una película del nuevo-cine-argentino, siente una caricia en la mano. Sabe, porque está casi sola en la sala, que es imposible.

Supongamos que el cielo que predica el cristianismo, existe. Supongamos que al morir, la gente es sometida a cierta clase de juicio en tal lugar. Supongamos que el juicio se realiza no sobre la base de lo que efectivamente se hizo en vida, sino por lo que podría haberse hecho, si se hubiera tenido el coraje.

Conozco una persona que, en el curso de un período de desempleo, vendió (mal) El Capital (edición Siglo XXI en 7 tomos) para ofrecer una fiesta a sus amigos con motivo de su cumpleaños trigésimo tercero. De más está decirlo, esa misma persona trabó relaciones con una mítica borrachera de champaña.

Efectivamente, las mejores cosas ocurren cuando ya no queda casi nadie para dar testimonio.

Hoy es uno de esos días en que pienso (seriamente) que el mundo sería mejor si alguien pudiera traducir la frase in aenigmate, de 1 Corintios 13:12

Imaginar un mundo en el que conocer el nombre de alguien equivalga a tener un cierto dominio sobre esa persona.

No hay comentarios.: