martes, octubre 02, 2007

Lose in translation




Una amiga me describe minuciosamente las roturas que ha producido en su corazón un amor no correspondido. Yo trato de de recorrer, con estoicismo, entre lágrimas y mocos telefónicos, la catequesis que regula los cánones del desamor.


Ella no me entiende. Repite, delira. Soy paciente como un Padre de la Iglesia. Vuelvo una y otra vez, desafuero oratorio que esta situación me permite, sobre los mismos argumentos, pero los voy variando para no parecerme a ella.


Gloso a Barthes, a Macedonio Fernánez, a Tita Merello (dios tenga misericordia), sin que mi amiga lo note. No nos entendemos. Comenzamos a monologar alternadamente, como dos corifeos griegos, sin que aparezca Lisias jamás.


¿De qué estamos hablando, al fin?


Por fin, entiendo. Cuando ya es tarde y hemos concluido nuestra conversación. Estuvimos hablando de un objeto imaginario: aquello en que se transforma el amor no correspondido. Hemos estado hablando, modestamente, sobre las implicancias del uso de dos lenguajes incomprensibles uno para otro.


No se puede escribir en un papel mojado, ya todos sabemos.


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