martes, octubre 24, 2006

Fragmentos de una novela fragmentaria. (Hacia una literatura homeopática)


m) La memoria es un fisicoculturista manco, por lo que muchas veces necesita ayuda extraordinaria para cumplir su atroz cometido.

56) Capto, entonces, el instante a partir del cual la luz, habiendo tropezado con un acontecimiento verdadero, va a apresurarse hacia su fin. Ya llega, me digo, el fin viene, algo sucede, el fin comienza. La alegría me embarga.

iv) Llego, entonces, a la conclusión absurda, porque toda conclusión es siempre absurda, de que la historia ha ocurrido así, más o menos. Y que uno le presta atención a un relato únicamente porque termina, cuando ya no importa demasiado que hayan quedado cosas sin contar. Para poner interés en algo aburrido, homogéneo y sin fin, tengo mi vida. Es por eso que esto tiene que concluir de algún modo.

3.5.2.1 A la salida, el canillita seguía aterido y somnoliento, abrazado a los diarios como un náufrago a un ataúd de madera.

VII) La llovizna cae, irreal, detrás del vidrio empañado del aliento que, con un ritmo espeso y contradictorio, hace subir y bajar su pecho desnudo.

h) En lo que podría llamarse con benevolencia la pista, una pareja bailaba como en trance. Él era alto y flaco, y arqueaba la espalda para poder abrazar decorosamente a una mujer petisa vestida como una barbi epiléptica. Al intentar besarla el hombre tenía que dejar de bailar y arqueaba las piernas de una manera ridícula.


*) Hacete el que no estás mamado, le digo a Vicente, y decime la verdad. Sin quererlo, sonrío. Creo que estoy en el camino correcto, y me equivoco. El se retrae en el silloncito de metal, gime, toma un trago de cerveza ya tibia, se lleva algo a la boca. Juan, capítulo dieciocho, versículo treinta y ocho, dice Vicente, y prende un cigarrillo, Pilatos le preguntó a Jesús ¿qué es la verdad? y no obtuvo respuesta. Se agarra el dedo gordo y dice Jesús no sabía qué cosa es la verdad, se agarra el índice y dice sabía pero no quería o no podía decirla, se agarra el mayor y dice Pilatos sabía qué cosa es la verdad y no tenía interés en escuchar la respuesta de Jesús, se agarra el anular y dice Pilatos sabía que no se puede explicar la verdad, porque no existe. Mastica y fuma. Mira para otro lado. Me empiezo a marear. Me mira, sonríe, teatral, se agarra el meñique y dice los dos sabían que la verdad no existe, por eso Jesús se calló y Pilatos no esperó su respuesta. Lástima que no tengo un sexto dedo, si no podría decir que Jesús respondió algo que el farsante escribidor del Evangelio omitió. Y suelta una risa cascada que se resuelve en toses y carraspeos.

&) Lo que nosotros conocemos por desesperación, cuando somos conscientes de ella, es ya un lenguaje ampliamente articulado. Y, por paradójico que pueda parecer, es también el mutismo original, un grito sin sonido, un instante inmóvil siempre volviendo a venir sin venir. Es, finalmente, la voz vacía que funda todo relato porque, contra lo que se piensa comúnmente, un relato no ancla su origen en una sucesión de acciones ocurridas en el campo de la percepción de un sujeto, sino en ese silencio desesperado y exigente del que todo mana y nada puede ser dicho sin traición.


A) La desesperación anestesia.

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