miércoles, noviembre 29, 2006

Dis-frases del alma




Un escritor que no escribe es una provocación a la locura, ha dejado escrito Kafka. Cada tanto me pregunto qué habrá querido decir. Hoy es uno de esos cada tanto.

Un enfermero con nariz de payaso sostiene un espejo con mango en el que una corista pretenciosa de los años 20 da los últimos retoques a su peluca a la garçonnière.



Un joven asturiano se disfraza de ducha. Levemente drogado deambula por la fiesta llevándose por delante el vano de todas las puertas, con un cigarrillo en una mano y una jarra de cerveza en la otra.



Uno de los mayores logros del capitalismo es que los objetos de uso cotidiano duren cada vez menos, de modo que tengamos que comprarlos para reponerlos con mayor asiduidad. Sobran los ejemplos.



“A dichos indios no se les pudo comprender cosa alguna de su lengua, ni tampoco qué nación era; y sucedió que a las primeras veces que se vieron con la gente, oyeron una india que dijo ‘adiós paisano’, y habiéndola solicitado no la pudieron hacer decir otra palabra mas que la dicha, la que repetía a tenor de la gente nuestra que le preguntaba, ni fue posible comprenderla quien se la enseñó, o a dónde la aprendió, ni que hablase otra palabra en castellano, aunque le dijeron muchas, por ver si las entendía y tampoco lo consiguieron”.

En AAVV, Colección de viages y expediciones a los campos de Buenos Aires y a las costas de Patagonia, Pedro de Angelis editor, Buenos Aires, Imprenta del Estado, 1837.



Entre los primeros vandalismos inversos organizados por el virrey Vértiz y los últimos crímenes cometidos a principios del sigo XX en el Chaco, pasando por la campaña programática de asesinatos liderada por Roca, tenemos otro célebre eslabón en la cadena del exterminio de los habitantes originales de este territorio: Rosas. Como todos sabemos, Pedro de Angelis fue su secretario personal, de ahí la relativa pertinencia de la cita.



No entiendo tu lenguaje, vos no comprendés el mío, yo tengo el poder de borrarte de la faz de la tierra, parece decir este texto. Como siempre: el crimen (cualquier crimen) sólo puede ser ocultado con mentiras. De lo que se trata aquí es del lenguaje del dinero, mediado por la posesión de tierras, que esos indios inútiles ocupaban insensatamente.



Son dos personas las que hablan, y dicen:

Ella (dándose vuelta en la cama): - Entonces, ¿vos me amás?

El (pensando “claro, boluda”): - No sé.


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