martes, septiembre 18, 2007

Buy biscuits


Quemar ritualmente manuscritos se ha transformado en una antigualla. Ahora apretamos entre suspiros la tecla delete y listo el pollo. Que las personas inteligentes saquen sus propias conclusiones. Yo no estoy de humor.


Leer los menús de los restaurantes totalmente de la cabeza depara secretos culinarios insospechados. Una suprema a la Maryland, por ejemplo, nos remonta a alturas filosóficas inhabitadas.


En la era de las especializaciones ultramontanas, escuchar acerca de una puta que hace reiki es una invitación al respeto (o a la carcajada).


Suenan los teléfonos. Me sudan las manos. Tengo delante de mí un absurdo ramillete de papeles. Alguien carraspea. Alguien más habla en voz baja. A lo lejos se escucha una canción interpretada por el señor Arjona. Afuera llueve. Esto es la vida, me digo. Me cago en dios, ¿cómo llegué a este lugar?


Grabo bases de guitarras para una canción nueva. Cuando las escucho, todo me parece maravilloso. Al otro día, no sirven ni para hacer baba.


No olvidar que los hermanos Marx eran seis.




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