martes, septiembre 02, 2008

De la libreta de notas que tiene una ballena en la tapa del incomparable Fok-Hiu




Leído: Cuando ya no importe, Onetti, Juan Carlos, 1a. ed.; Buenos Aires; Punto de Lectura; 2008; 176 p.; 12x19 cm; ISBN 978-987-578-102-3. (Esto es, claramente, una deformación profesional. Se puede leer con provecho cualquier edición).

Una breve muestra, con aliteración inusual y resonancias incluidas:

16 de febrero

Pasaron días y se me hizo evidente que el médico no deseaba hablar del camión fantasma. Sólo supe por chismes oídos al chusmaje del Chamamé que el llamado tuerto, que no lo era, estaba ahora en purgatorio o infierno. El cuerpo apareció en un charco cerca del río. Según supe, muy suicidado.

No lo hagan en sus casas: es público y notorio que Onetti escribía en dope. Yo sólo logré ensuciar las hojas en las que intenté el método.

Ayer a la noche no tuve ganas de lavarme los dientes. Mal signo.

Medio pie apoyado en la media y medio pie en la baldosa helada.
A los efectos de una narración, ¿es relevante cuál de las mitades está apoyada en cada superficie?
Eventualmente, si (estoy tentado a decir: sí y sólo sí) el relato va a boyar hacia consideraciones que vuelvan necesario que digamos la mitad del pie, a la que acompañan los dedos, se enfrió en la baldosa mientras el talón se apoltronaba, cartesiano, en el calor mullido de la media.
Pensar sobre cosas ya pensadas (y además profusamente explicadas con más y mejores palabras) me produce lo mismo que, según imagino, le produce a un castor hacer siempre el mismo dique, una y otra vez el mismo, siempre distinto.

El sábado, como otros tantos sábados, presenciada la emisión de LT22 Radio La Colifata (FM 100.1) en el Hospital José Tiburcio Border, Ramón Castillo 375, Ciudad Sitiada de Buenos Aires. Estaban los que están casi siempre: Villita, Fefo, La maestra Ciruela, Enrique Bolero, Eduardo, el peruano que cree que es rubio y de ojos celestes y que ya casi no tiene nombre.
Los programas duran entre unos pocos segundos y un rato largo, entre las 15 y las 19, pero eso también depende. Un delicado equilibrio entre el orgullo de pertenecer y el deseo de no ser lo que se es. A mitad de camino entre el delirio y el ansia. ¿Qué delirio, ansia de qué? No sabría decirlo, pero es casi seguro que hay más delirantes afuera que adentro. Y son más peligrosos, sin ninguna clase de dudas.
Para dar la nota chic-cool-progre, hubo llamada de Manu Chao desde algún lugar del Planeta Bienpensante.

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