miércoles, marzo 04, 2009

Hélas!




Apoya el vaso de cerveza entre varios círculos oscuros, me mira a los ojos con sus ojos enrojecidos y dispara de la nada: ¿cómo sabe uno si una mujer es lesbiana? Hace un gesto para atraparme la mano que dejé olvidada arriba de la mesa del bar. La escondo rápido. ¿Cómo?, le pregunto azorado. Claro, me dice, ¿cómo sabés si una mina es torta? No te entiendo la pregunta. Hace un gesto de fastidio y se manosea la cara, como si una mascarilla de oxigeno lo estuviera molestando. ¿Cómo sabe uno si una mujer es lesbiana? Miro hacia afuera, la gente se apura bajo la llovizna persistente. Hago un gesto de qué se yo. No me entendés, insiste. No me entendés. Vuelve personal la pregunta: ¿vos cómo hacés? Yo no hago nada, qué se yo, no es una pregunta que me haga. No te hagas el pelotudo, me dice con cariño, vos sabés, ¿cómo sabés?. Y agita las manos como lo que es: una especie de mago borracho. No tengo idea, qué se yo. Lo miro a la cara y veo que algo se le está disolviendo por adentro. Creo que tengo que ensayar una respuesta para dejarlo contento. Respondo preguntando ¿preguntando? No, no, querido, vos cómo hacés. Las gomitas de la mascarilla de oxígeno imaginaria le deben estar apretando porque ahora se masajea con vigor las mejillas. En la calle una mujer debe elegir entre atrapar la pollera que insiste en volar y devolver a su paraguas la forma original. No sé por qué una pollera al viento es tan extraordinariamente bella. O sí se, pero ahora debo concentrarme en cierta tipología sexual. Hago que pienso, incluso me apoyo el mentón en una mano, mientras veo que previsiblemente la mujer ha elegido mojarse y evitar que la pollera le oficie de bufanda. Lo primero que me sale: tienen las uñas cortas. Me mira fijo con esos ojos que son como una selva alcohólica. Está decidiendo algo. La mujer, mientras tanto, se aprieta la pollera entre las rodillas y da vuelta el paraguas.

No hay comentarios.: