viernes, septiembre 29, 2006

Baruch



Pasa un viejo perro negro de hocico blanquecino. No apoya una pata trasera, lo cual produce un bamboleo arrogante en la cola del animal que, a punto de dejarse vencer por la muerte, persiste en mantener erguida. Wag the dog.

V me pregunta sobre la traducción de un texto de Spinoza que dice más o menos así: homini nihil inter res singulares utilius datur quam homo (qui ex ductu rationis vivit). Después de haber dicho que sí, no puedo echarme atrás. Hurgo más en las mañas que en el conocimiento que alguna vez simulé tener del latín. Lo cual produce un balbuceo que en castellano suena muy parecido al babeo de ciertas bestias imaginarias. Dejá, dejá, me dice después de un rato de mínima agonía, quiere decir algo así como que no hay nada más útil para los hombres que el hombre. Claro, es lo que te acabo de decir.

Veo caer una hoja del níspero. Desde lejos es amarilla, pero si uno se acerca, la levanta y la mira con detenimiento se pueden ver con claridad las nervaduras amarronadas. Está comenzando la primavera, ¿cómo es posible que caigan las hojas de un árbol?
No me acerco a verificar si esa hoja tiene estrías más oscuras.

Escuchado en el comedor: “Si agarrás la víbora, después con la araña no tenés problemas.”

pica y pica
bajada de cordón

Si le sacamos la esclerosis interpretativa, hay pocas expresiones más enigmáticas. Sobre todo si tenemos en cuenta que están escritas en chapas clavadas en árboles callejeros. Preferentemente plátanos, no sé por qué.

Resumiendo, entendámonos: la persistencia en la comprobación de que la Historia (cualquier clase de historia) puede hacerse literatura sólo puede producir malos entendidos.

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