martes, julio 03, 2007

Moraleja




Una mujer está enamorada de dos hombres, o al menos así lo cree. Les envía mails amorosos a ambos luego de haberlos citado telefónicamente en diferentes puntos de la ciudad, a tres horas de distancia uno de otro.

Un rato antes de acudir a la primera cita la asalta la certeza de que se ha equivocado de destinatario y ha enviado el mail dirigido a B a la casilla de mensajes de A y viceversa.

Angustiada, llega a su primera cita para comprobar que A no ha concurrido. Casi instantáneamente recibe un mensaje de texto en su celular, enviado por el hombre de la primera cita, en el que sólo se leen insultos.

La mujer intenta serenarse. Entra a un café, pide algo y piensa excusas absurdas, al borde de la desesperación, mientras la hora de la segunda cita se acerca. Toma para sus adentros, casi sin saberlo, una serie de decisiones drásticas.

A medida que se va acercando al segundo hombre, que la espera en una esquina, repiensa sus argumentos. El hombre, extrañamente, le sonríe. No bien lo saluda, ella le cuenta de manera precipitada toda la historia, los mails confundidos, etc., desbaratando sus propios planes de continuar con la farsa. Él la mira extrañado. “Me mandaste el mail correcto”, le dice. Luego la insulta (los insultos son casi idénticos a los que recibió por mensaje de texto hace un rato), y se va caminando furiosamente en sentido opuesto al que ella llegó.

No hay moraleja.

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